Cuentos Tontos

Esas historias que se te ocurren de repente, cuando pasa a tu lado un viejo con una boina de aquellas, o cuando se te sienta enfrente en el autobús una embarazada con esa cara mezcla de alegría, suficiencia y sufrimiento. Esas.

17.3.06

Tanto monta

No me cuentes historias.

Dijiste que vendrías esta noche.

No puedes ahora, que ya he avisado a Claudio, a Berta y a María, echarte atrás y dejarme colgao. Además, María tiene unas ganas locas de conocerte. Le he hablado tanto de tí, y he mentido tanto, que debe pensar que eres un cruce entre Felipe González y Brad Pitt.

La semana pasada, cuando los ví en el campus, me contaron lo mucho que les habías gustado el otro día, lo interesante que les pareció tu historia de la carpeta, y me preguntaron literalmente que de dónde te había sacado.

De ningún sitio, les respondí: simplemente apareció. Estaba yo un día acodado en la barra del Charlot, sorbiendo despacito mi tercer orujo, con ese desinterés por la vida y por la muerte que da la depresión, la desgana y el medio pedo, cuando un capullo me sacudió un codazo entre las costillas. Eso sí, el tío se volvió y me pidió disculpas, y algo debió de ver en mis ojos medio estrábicos o sería en la baba que escurría por la comisura de mis labios, que me preguntó:
- ¿Estás bien, tío?
- Estoy, tron, que no es poco

Como además de partirme una costilla, el codazo me había tirado el vaso de la mano, el tío me pidió otro y ya enhebró conmigo:
- Pues no tienes buen aspecto
- ¡Vaya, mira, Ramón y Cajal! ¿Qué me pasa, doctor? ¿Dónde está Cajal?

El tío tenía paciencia, las cosas como son: yo me habría alejado de allí lo antes posible, pero el tío aguantó el tirón.
- Venga, colega, tampoco será pa tanto. Por buena que estuviera, ya aparecerá otra mejor.
- La hemos cagao: no es Ramón, ni Cajal.... ¡¡¡ es Lopez Ibor !!!

El tío estuvo tentado de darse la vuelta y perderse de vista, pero debía ser Santa Teresa disfrazada: se quedó.
- Vamos a tomarnos las copas aquí en esta mesa, tío. Y me cuentas.
- ¿Que te cuente? ¿Pero tú eres gilipollas? ¿Qué coño quieres que te cuente?

Y así empezó la historia, les conté. Desde entonces, no me lo he podido despegar. Ellos (ellas, sobre todo) dicen que si eres un tío estupendo, que si te preocupas tanto por los demás, que si hay que ver lo interesado que te muestras cuando te cuentan algo.

Pues eso, que ya sabes, que no puedes faltar, que tengo mesa reservada en La Vaca Verónica y que María está loca por conocerte... Que vengas, coño.