Cuentos Tontos

Esas historias que se te ocurren de repente, cuando pasa a tu lado un viejo con una boina de aquellas, o cuando se te sienta enfrente en el autobús una embarazada con esa cara mezcla de alegría, suficiencia y sufrimiento. Esas.

23.4.06

Laura (I)

Exterior. Noche.

Campos de labor hasta donde llega la iluminación de la finca. Un camino de derecha a izquierda.
El muro es casi tan alto como una persona y de grandes lascas de granito o pizarra acumulados, sin cemento. Sólo el portal está acabado en mortero, termina en un tejadillo formado por una viga de madera bastante antigua ya y maltratada por la intemperie, aunque va cubierta por tejas a dos aguas. Del centro de la viga cuelga un farol que es el que nos permite vislumbrar las eras al fondo, al otro lado del camino.

En el patio de la granja hay un pozo, de ladrillo, con brocal de piedra y el arco y polea de forja, con bastante jeribeque. Al lado derecho, un balde de los de madera, con grandes clavos de forja negra, y el asa de cuerda.

El suelo es mitad tierra apisonada, mitad lascas de pizarra colocadas en su día para facilitar el tránsito de carros hasta la cochera, pero ya muy comidas por los bordes y con bastantes en falta. En las zonas de umbría, hay verdín.

Los rosales cubren la fachada al oeste, y las hiedras el interior de los muros de sombra. Hay una higuera al lado de la escalera principal. Sobre ella, un portón de doble hoja, con el quicio en forma de arco por arriba, soportado por sillares, y en la fachada, un farolito que añade alguna sombra más.

Dos perros, uno grande, negro y de aspecto feroz, y el otro de esos pequeñajos sin raza y sin rabo, pero con muy mal gesto, están echados en el sombrajo, como si hubiera sombra a estas horas. Será que han encontrado ahí su sitio, a la sombra del manzano, un manzano bastante ajado también. Todo en el escenario parece haber estado en flor hace unos veinte años, pero parece no haber vuelto a ser nunca lo mismo.

Laura sale a la escalera, por el portón de doble hoja y se apoya en la barandilla de hierro. Parece pensativa: mira al suelo y no repara en la oreja repentinamente tiesa del perrazo negro que, por otro lado, en seguida vuelve a su sueño de perseguir conejos, o de perseguir perritas, o lo que sea que sueñen los perrazos negros de campo. Laura, ahora nos damos cuenta, se enjuga delicada y silenciosamente una lágrima con la punta del delantal. Laura lleva un vestido largo, negro, con corpiño no demasiado ajustado y, encima, un delantal de un amarillo poco congruente con su luto. Laura lleva el pelo recogido en un moño muy tenso y parece soportar muchos años más de los treinta que tiene. Suspira, es el único sonido que emite su dolor. Con las dos mano apoyadas en la barandilla, vemos ahora cómo sus nudillos se quedan blancos. Está apretando con todas sus fuerzas la madera carcomida del barandal y seguramente también aprieta los dientes. No le vemos la cara aún.

Un vientecillo hace moverse el farol del portal y con él las sombras, negras y alargadas, inician un giro pendular a uno y otro lado del pozo, del manzano. Un rizo, escapado del moño de Laura, también oscila. Se oye un ruido dentro: no es un ruido demasiado fuerte. Como si alguien hubiera arrastrado una silla para acercarla a la mesa. Laura no se vuelve.

El farol, aún tambaleante, nos deja ver ahora los pies, primero, y las piernas después, de alguien que se acerca. No hemos oído ruido alguno. Sin embargo, el paso del visitante es rápido. No intenta esconderse. Cuando llega a la altura del portal, se le entrevé por la puerta. Él no se gira: sigue su camino y ahora sí oímos algo del crepitar de la grava. Será por el vientecillo que mueve el farol. Lentamente, dejamos de escuchar nada. Sólo el susurro de las hojas de hiedra movidas por el viento, y, con alguna racha, un poco de rechinar de la polea del pozo. Laura, sigue inmóvil.

Ahora ha levantado la cabeza y pasea la vista por todo el patio. No parece ver nada. Parece estar mirando al infinito. Vemos ahora que es una mujer muy hermosa. Grandes ojos negros, ahora brillantes por las lágrimas, sobre una nariz recta, quizás algo larga para su cara ovalada, más larga que ancha, de pómulos marcados. La boca, que debe ser también hermosa, de labios gruesos y arqueados, está ahora fruncida en la mueca triste de lo que la acongoja.

En un momento dado, Laura se yergue: no es muy alta. La media de las muchachas de su generación, suponemos. Ha tomado algún tipo de determinación: sus ojos ya no tienen lágrimas y el entrecejo denota decisión. El frunce de sus labios ha cambiado: ahora dibujan una recta casi horizontal, casi perfecta. Laura entra en la casa, tan silenciosamente como salió.

Escuchamos ahora unos retazos de conversación. Como estamos a sotavento, sólo nos llegan trocitos de sonidos inconexos. No es una discusión: las voces no son airadas, aunque sí podemos percibir algo de tensión. Se repite el ruido de antes, de arrastrar sillas.

El perrazo negro también debe estar escuchando algo, porque vuelve a levantar la oreja, incluso alza una ceja esta vez. Pero enseguida vuelve a sus liebres. El pequeño lleva toda la escena durmiendo a pierna suelta: se ve que deja por completo su seguridad en manos del otro.

Al rato, nos damos cuenta que ya no se oye nada: la conversación ha terminado. El silencio que lo impregna todo vuelve a caernos encima como una losa. En la planta superior se enciende una luz. La de abajo no se apaga.

Las rachas de viento son ahora algo más fuertes: el quejido de la polea del pozo rompe ahora más a menudo el silencio. No hay grillos. ¿Dónde están los grillos? Ni cigarras.

8 Cosas:

At 02:40, Blogger Señorita Cosmo ha dicho...

Es buenísimo! me gusto mucho, realmente.
Suerte.

 
At 14:49, Anonymous Anónimo ha dicho...

Conseguido: quiero saber más de Laura. No la conocía hasta hace unos minutos, pero ahora me interesa... Lo que cuentas, como lo cuentas....

 
At 08:56, Anonymous Anónimo ha dicho...

UUFFF, si que te gusta escribir. Te guardaré para seguir leyendo más tarde. Es cierto lo que dicen, describes muy bien. Es un don. Hay personas que no pueden describir bien para poder expresar algo. Yo por ejemplo. Te invito a mi blog :) pues... el mio es muy nuevo. Espero que tambien te agrade.

 
At 19:54, Anonymous Anónimo ha dicho...

Logro interesarme después de la aparición del personaje Laura. En general, creo que es una descripción bien ejecutada, virtuosa, toda exterior; es lo que te has propuesto según el título. Objetivo conseguido.

 
At 19:55, Anonymous Anónimo ha dicho...

Logro interesarme después de la aparición del personaje Laura. En general, creo que es una descripción bien ejecutada, virtuosa, toda exterior; es lo que te has propuesto según el título. Objetivo conseguido.

 
At 05:18, Blogger Lic. Rodolfo Sánchez Coello ha dicho...

Saludos:

Teinvito a visitar mi blog, trata sobre un libro de próxima publicación, la dirección es:

http://cuentossobreotroscuentos.blogspot.com

Saludos desde Huaraz (Perú)

Rpdolfo Sánchez

 
At 05:59, Blogger Sandra ha dicho...

Super chulo tu cuento, pero dejame decirte que de tonto no tiene nada eh!. Saludos!

 
At 16:33, Blogger Carmen Bellver ha dicho...

Caray me emcontré con un escritor.
Amplia y larga la descripción muy típica de los relatos clásicos. Hay que esperar mucho para encontrar a Laura, pero vale la pena. Saludos colega.

 

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